InicioEspectáculosPronósticos sombríos sobre el cine nacional al fin del Bafici

Pronósticos sombríos sobre el cine nacional al fin del Bafici

“Para el próximo Bafici ya no habrá películas argentinas”, alertaba días atrás una entidad de cineastas apuntando al interventor del Incaa, cuya política consiste en reducir al mínimo vital inmóvil la existencia misma del cine argentino. Por ley, el Incaa existe para apoyar al cine nacional mediante créditos, subsidios, difusión local e internacional y restauración y conservación adecuada del material.

Lo hace, o debería hacerlo, gracias al dinero que recibe de las boleterías, porque el 10% de cada entrada que paga el espectador va para el Incaa, y también hay un aporte de los canales por cada película que se emite. Hoy el Instituto sigue recibiendo ese dinero de los contribuyentes, pero ahí quedamos.

Por suerte han ido surgiendo otros respaldos, mediante las leyes provinciales de cine y sus respectivos institutos. Córdoba fue la punta de lanza, hace ya años. Algunas, como Misiones, Mendoza o Jujuy alientan coproducciones con otros países. Provincia de Buenos Aires favorece las películas de sesgo progresista, pero también da lugar a las apolíticas. Y Ciudad de Buenos Aires, con su Ley de Mecenazgo, extiende su apoyo incluso a las antimacristas.

Ahora agrega un nuevo aporte: el Gran Premio Ciudad de Buenos Aires a la Mejor Película Argentina de las tres competencias en que se reparte el Bafici: Internacional, Nacional y Vanguardia & Género. El Festival otorga 5 millones de pesos a las ganadoras de cada categoría. El Premio Ciudad, decidido por un jurado de cineastas, duplica esa cifra. “Para nosotros la cultura no es un gasto. Es identidad, futuro y una inversión que nos proyecta al mundo”, dice la consigna del gobierno local, en réplica evidente al gobierno nacional que opina todo lo contrario.

Detalle interesante, el primer Gran Premio Ciudad fue para “LS83”, documental de Herman Szwarcbart armado con los recuerdos de infancia del escritor Martín Kohan y material mayormente desconocido del archivo de Canal 9 entre 1973 y 1980, es decir, entre ilusiones, decepciones, plata dulce, triunfos y engaños atroces.

Por rara casualidad, el Gran Premio del Jurado Internacional fue para otro documental hecho con material de archivo, “Bajo las banderas, el sol”, de Juanjo Pereira, estremecedora coproducción paraguayo-argentina dedicada a recordar fastos y prepotencias del gobierno de Stroessner, la dictadura más larga de Latinoamérica (1954-89), solo superada por la de Fidel Castro (1959-2016).

Al respecto, en el Bafici concursó una película cubana verdaderamente independiente, “Crónicas del absurdo”, de Miguel Coyulas, hecha casi enteramente con grabaciones de teléfonos celulares ocultos, donde se registran penosos encuentros del autor, su esposa y un amigo con diversos funcionarios que buscan restringir todo intento artístico ajeno a las pautas oficiales.

Puede quizás sospecharse algún armado con amigos actores, pero también hay un registro en video de una reunión convocada por el entonces presidente del Icaic (el Incaa cubano) para negar la existencia de censura, reunión donde termina enfrentado con Juan Pin, el autor de “La Habana de Fito” que estuvo aquí en el Bafici del año pasado. Resultado: al día siguiente el funcionario fue desplazado de su cargo, por blando. “Crónicas del absurdo” recibió solo una mención especial del Jurado de Vanguardia y Género, merecía más, y merece también que se lo recuerde cuando se habla de verdadero cine independiente.

Del resto cabe anotar otros premios importantes de películas nacionales hechas con dos pesos: “La virgen de la tosquera”, Mejor Film Nacional (Laura Casabé, terror, coproducción con México y España, rodaje en Las Heras), “Presente contínuo”, Premio del Público (Ulises Rossel), “La mujer del río”, Mejores Actuaciones (Néstor Mazzini), “Suerte de Pinos” (Lorena Muñoz), “Gatillero” (Cristian Tapia, rodaje en Isla Maciel), la lista es larga.

Eso, sumado a la enormidad de títulos nacionales mostrados fuera de competencia, evidencia la dedicación y la terquedad de la gente de cine, que seguirá haciendo películas contra viento y marea, y las seguirá mostrando en el Bafici. Y serán, a veces a pesar de sí mismas, de veras independientes (del Incaa en primer término).

Además, y como se trata de un festival internacional y no somos el ombligo del mundo, unos cuantos premios fueron para producciones de Francia, Bélgica, Chile, Filipinas, Georgia (“The Antique”, donde se recuerda el modo bestial con que, hace pocos años, Rusia expulsó a casi todos los inmigrantes georgianos), España, EEUU y Brasil (el corto “Minha mae é uma vaca”, mi madre es una vaca, de Moara Passoni, sobre algo más que una crisis de adolescencia).

Más noticias
Noticias Relacionadas