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Cumbre del Mercosur en Argentina: encuentros y desencuentros; palabras y gestos de Lula

Las veces que Brasil y Argentina han competido entre sí para ver cuál era el “aliado preferido” de Estados Unidos, nuestros países salieron perjudicados y la indispensable y natural integración entre nosotros, extendida a otros vecinos de la región fue torpedeada desde el norte para que fracase. Palabras más, palabras menos, eso le decía a este cronista Marco Aurelio García, asesor clave en política internacional e impulsor activo de los procesos integradores del continente, como el Mercosur y la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur).

Aquel diálogo tuvo lugar en el lobby de un hotel de San Pablo, una siesta de octubre de 2002, a horas de que Luiz Inácio Lula da Silva dejara atrás tres intentos fallidos por lograr la presidencia y se convirtiera en el primer líder de extracción sindical y ajeno a las elites brasileñas en llegar al Palacio del Planalto. La evocación de aquel reportaje acaso sirve para graficar los vaivenes de una relación bilateral inexorable y estrecha, más allá de la brecha enorme que separa a quienes hoy encabezan los gobiernos de ambas naciones, cuyas diferencias ostensibles no sólo quedaron en los discursos formales y propuestas de ocasión, sino también en los pasos y acciones que marcaron la agenda de quien transita más de la mitad de su tercer mandato como jefe de Estado del país más poblado, rico e influyente de América latina.

Contrastes entre distancias y cercanías que quedaron al desnudo con sólo comparar la falta de una reunión bilateral entre Lula y su homólogo argentino, Javier Milei, (pese a que sí hubo encuentros con los mandatarios de Paraguay, Santiago Peña, y Panamá, José Raúl Mulino, en la sede de la embajada de Brasil en Buenos Aires) y la visita que durante poco más de una hora realizó el líder pernambucano a la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner, bajo prisión domiciliaria en la casa de calle San José 1111, del barrio porteño de Constitución.

Consejos de amigo

“Me alegró mucho volver a verla y encontrarla tan bien, tan fuerte y con ganas de luchar”, dijo Lula tras su reunión con la expresidenta argentina, con quien dijo tener una amistad de larga data, “que va mucho más allá de la relación institucional”.

“Es el cariño y el amor de amigos, colegas en el ámbito político y en los ideales de justicia social y en contra de la desigualdad, Le deseé toda la fuerza para seguir luchando con la misma determinación”, afirmó el presidente brasileño en alusión a Cristina, a quien la Corte Suprema dejó firme el mes pasado una condena a seis años de prisión e inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos.

“Fue perseguido, también le hicieron lawfare hasta meterlo preso”, escribió la expresidenta sobre Lula en la red social “X”. “Intentaron callarlo y volvió con el voto del pueblo”, prosiguió Cristina en lo que muchos vieron como una suerte de proyección de su situación personal.

La foto del abrazo entre ambos significó un respaldo de fuste de parte de quien no dudó en apoyar a Fernández de Kirchner en las circunstancias que atraviesa. “Fui porque creo en su inocencia”, explicó Lula al diputado Eduardo Valdés y al Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel cuando más tarde los recibió en la residencia del embajador brasileño en la Argentina. Junto a ellos, el presidente de Brasil sostuvo para la foto un cartel que rezaba “Cristina libre”, similar a los que un par de años atrás bregaban en Brasil por su libertad.

Pastore advirtió que Córdoba podría ir a la Corte si fracasa el diálogo con Nación

Lula, condenado y encarcelado en abril de 2018 por orden del entonces juez Sergio Moro fue impedido de participar en las presidenciales de octubre de ese año, en las que se impuso en balotaje Jair Bolsonaro, quien pocos días después nombró ministro de Justicia a Moro, el magistrado que lo había beneficiado con la condena y proscripción de su principal rival en las urnas.

Lula pasó encarcelado 580 días, de los ocho años y 10 meses a los que había sido condenado, hasta que el Supremo Tribunal Federal de Brasil (la máxima corte de ese país) anuló las sentencias de Moro y restituyó al ex líder sindical de Sao Bernardo do Campo su libertad y sus derechos políticos.

En octubre de 2022, el veterano y carismático líder del Partido de los Trabajadores venció en una apretada segunda vuelta a Bolsonaro y regresó al poder, pese a las reticencias de su rival a reconocer su derrota y a una fallida intentona golpista en enero de 2023, con la que seguidores del ex capitán y diputado ultraderechista (hoy investigado por esa trama) atacaron las sedes de los tres poderes en Brasilia.

Polarizaciones

La polarización brasileña, como la argentina, se atizó con discursos de odio propagados a través las redes sociales y en ese caldo de cultivo de intolerancia irrumpió Milei en campaña con descalificaciones y exabruptos hacia la figura del tres veces presidente de Brasil. Para la asunción del nuevo mandatario argentino, en diciembre de 2023, la primera invitación protocolar no fue para el gobernante de Brasil en funciones sino para un Bolsonaro que, en sintonía con el estilo y la verborragia agresiva del líder libertario, fue uno de los pocos asistentes al acto bajo el sol en las escalinatas del Congreso de la Nación.

Más allá del argumento de que Brasil exigía por el destrato hacia su presidente unas disculpas argentinas que nunca llegaron en tiempo y forma, estaba claro que Lula no fingiría gestos de paz y amor con quien estaba mucho más que en las antípodas. Tampoco haría guiños a su colega argentino en esta Sexagésima sexta Cumbre del Mercosur que tuvo lugar a mitad de semana en Buenos Aires.

Apenas si hubo espacio para algún cruce frío al momento de hacer el traspaso de la presidencia pro témpore que Lula recibió de Milei y que el brasileño ejercerá hasta fin de año con cinco prioridades que adelantó este miércoles y que parecen, en algunos casos, la antítesis de lo que el libertario vocifera en sus mensajes y latiguillos de sus acólitos.

Cinco prioridades

“Me comprometo a que el Mercosur se transforme en un gran bloque económico, político, cultural, científico y tecnológico… Yo les prometo que voy a hacer mi parte”, dijo Lula a sus colegas del bloque, entre quienes estaban también el presidente de Uruguay, Yamandú Orsi, y de Bolivia, Luis Arce.

Entre las cinco prioridades marcadas por Lula para este semestre a nivel regional mencionó en primer término el fortalecimiento del comercio entre los países del bloque y con socios externos, no sólo la Unión Europea. Pero advirtió que “no se construye prosperidad con grandes negocios” y que hay que “ofrecer apoyo a pequeñas y medianas empresas”.

En la segunda de sus prioridades, el presidente de Brasil abogó por acabar con “la falacia del negacionismo climático”, en claro rechazo a planteos que sustentan dirigentes de la nueva derecha y ultraderecha global, entre ellos el propio Milei. Recordó que en este semestre, la ciudad brasileña de Belem, junto a la desembocadura del río Amazonas será sede de la COP30, conferencia sobre el clima donde insistirá en la urgencia de reducir emisiones y fomentar una agricultura sustentable, advirtiendo además que “la carrera por el litio, las tierras raras, grafita y cobre ya comenzó”.

El tercer punto marcado por Lula aludió al desarrollo tecnológico, tópico en el que afirmó que “las nuevas tecnologías están concentradas en las manos de un pequeño número de personas y de empresas”, exhortando a los países a establecer acuerdos de cooperación en la materia.

Acerca del combate al crimen organizado, citado en cuarto lugar, Lula mencionó la renovación del comando tripartito de la Triple Frontera, “una plataforma para combatir crímenes financieros y el tráfico de drogas, de armas y de personas”.

Finalmente, la quinta de las prioridades citadas por el gobernante brasileño para el actual Mercosur es la de la promoción de los derechos de nuestros ciudadanos. “Sin inclusión social y combate de las desigualdades de todo tipo no habrá progreso duradero”, enfatizó Lula, muy lejos de los eslóganes libertarios que definen a la justicia social como “aberración”

“La fuerza de nuestras democracias depende del diálogo y del respeto a la pluralidad”, resaltó el ex tornero mecánico antes de prometer honrar el legado del expresidente uruguayo José “Pepe” Mujica y el Papa Francisco recientemente fallecidos, y encasillados según las diatribas del actual inquilino de la Casa Rosada como “zurdo empobrecedor” o “representante del maligno en la tierra”.

Resiliencia

Pasó otra Cumbre del Mercosur sin que los discursos o debates en su seno captaran demasiada atención mediática por estas pampas.

Dentro de exactamente dos semanas se cumplirán 19 años de aquella Cumbre del Mercosur ampliado que trajo a nuestra Córdoba a un conjunto de jefes y jefas de Estado, entre quienes estaban Michelle Bachelet, de Chile; Evo Morales, de Bolivia; Nicanor Duarte Frutos, de Paraguay; Tabaré Vázquez, de Uruguay; Hugo Chávez, de Venezuela; Fidel Castro, de Cuba; Lula da Silva, de Brasil y el entonces presidente argentino, Néstor Kirchner.

La llegada de mandatarios al aeropuerto Ambrosio Taravella puso a esta ciudad en el foco nacional e internacional y ni el entonces intendente, Luis Juez, ni el gobernador, José Manuel de la Sota, quisieron quedar afuera de la foto.

Por aquel entonces, la conformación de este bloque regional (cuyos orígenes podrían remontarse a fines de 1985, aunque se constituyera en los ’90), albergaba la esperanza junto a la posterior Unasur de una Latinoamérica unida e integrada.

De aquella cumbre cordobesa de 2006 y sus votos de profundizar lazos y aunar fortalezas, y con Evo pugnando por neutralizar una prohibición que le impediría volver a candidatearse en las presidenciales de agosto próximo en Bolivia, sólo emerge la figura de Lula, quien en octubre cumplirá 80 años. El mismo que hace 19 años dijo aquí que como obrero metalúrgico del ABC paulista conoció nuestra ciudad por su industria automotriz, sus luchas sociales, su rebeldía.

Hoy y mañana, en Río, Lula será anfitrión de una cumbre de los Brics. Será otra apuesta por el multilateralismo del grupo fundado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica e integrado hoy por 11 países a los que Argentina renunció a sumarse por decisión del mismo gobierno actual que repite cuando puede que su alineamiento es total con Estados Unidos e Israel.

Mientras, con la bandera de la integración, el reposicionamiento de Brasil a nivel global y un guiño a una posible postulación a un cuarto mandato en 2026, a pesar de algunos frentes internos reabiertos, Lula sigue escribiendo la historia de un resiliente.

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