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El dólar, al acecho

No es novedad que el termómetro que la inestabilidad económica fue generando a lo largo de los años es el dólar. Un dólar quieto se percibe como síntoma de estabilidad, pero, paradójicamente, también la genera. Sobre todo, en un año electoral, llegar a la recta final de los comicios con la sensación de orden económico se valora en cualquier oficialismo. Y estas son las claves para entender la preocupación del Gobierno pero también de agentes económicos por el último sprint del tipo de cambio que no llegó a convertirse en una fatídica corrida cambiaria, pero fue lo suficiente para sembrar dudas para un futuro próximo.

El recorrido. Durante julio, el dólar subió 13,2% mientras la inflación del mes se estima en no más del 2%. A menos son los números que mostraron dos consultoras que miden regularmente precios: C&T y Eco Go. El IPC de los siete primeros meses del año estaría arriba del 17%, por lo que el dólar todavía no se habría “escapado”. Sin embargo, si miramos el dólar mayorista que ya había pegado un salto en la salida del cepo de abril, Invecq estima que la suba fue del 31,5%, por lo que podría esperarse un deslizamiento hacia algunos precios, especialmente los que tienen un componente importado más fuerte, como el caso de los autos. En julio, el patentamiento de vehículos tuvo un valor récord para los últimos cinco años al menos, proyectando cerca de 700.000 unidades para todo el año. Las tensiones acerca de validar o no listas de precios con valores “actualizados” es otro frente en el que está inmerso el equipo económico.

Precisamente la incertidumbre en estos casos y sobre todo los componentes de la canasta básica, es el impacto que la suba del dólar podría tener en el IPC. Ese fue un objetivo de política económica irrenunciable que explicitó el equipo económico y lo ratificó hasta el exabrupto cada vez que pudo el propio Javier Milei.

A diferencia de lo ocurrido durante 2024 (en todo el año, el dólar subió 28% y el IPC, un 118%), respectivamente. “Lo positivo es que, por el momento, el traspaso a precios de la suba del dólar ha sido limitado, con lo cual el tipo de cambio real mayorista mejoró 15% si se compara el promedio julio contra el de diciembre”, señala Invecq en su último informe.

Para Eco Go, el salto del tipo de cambio no mostró un traspaso inmediato a precios, pero no descartan que puedan experimentarse subas de ahora en adelante. En cambio, para Alfredo Romano, director de Romano Group, “el tipo de cambio se está moviendo y después de muchísimos años en la Argentina no hay traslado a precios. Además de que hay sustento macroeconómico, hay confianza. Viene de la mano de un gobierno que es muy estricto en este programa económico”.

Federico Pablo Vacalebre, profesor de la UCEMA, señala que “con la tendencia que vimos, el IPC núcleo y la disciplina fiscal, creo que el alcance sería nulo o muy bajo (si es que algo se traslada)”. A pesar de esta aparente quietud, la preocupación viene por el lado del origen de las presiones que terminaron por disparar el dólar, aunque, como sostiene el economista Carlos Melconian, la demanda de dólares está renga porque el Gobierno no acude al mercado para acumular las reservas que debería ya que hasta ahora vino pagando los servicios de la deuda con la inyección de divisas del FMI y de operaciones de futuro. Justamente ese fue el “reto” del organismo a la hora de haber aprobado la última revisión que daba luz verde para el envío del tramo de US$2.000 millones y que confirmó la necesidad de incrementar las todavía reservas netas teñidas de rojo en US$3.500 millones.

Vacalabre interpreta este movimiento como un coletazo del desarme de las Lefi (letras de financiamiento) y que en la última licitación no pudieron absorberse casi el 25% de lo que se ofrecía. A partir de agosto, el Banco Central impuso un nivel de encajes mayores a los bancos para “secar la plaza” y esa vieja fórmula tranquilizó el mercado, al menos temporalmente. “Después de eso, estuvimos el dólar se estabilizó con una leve tendencia a la baja, aunque sigue por supuesto más cerca de la banda superior que de la inferior por cuestiones netamente estacionales”, agrega.

Las cuentas. El pilar fundamental del programa económico y sobre el que también se realizan proyecciones es la del superávit fiscal. El Gobierno apunta a que, para debilitar su “éxito” la oposición intenta socavarlo aumentando gastos sin financiamiento mediante las iniciativas en trámite legislativo, para aprobar leyes o revertir los vetos sistemáticos. Jorge Vasconcelos, economista jefe del IERAL, sostiene que el impacto fiscal de los proyectos de ley que impulsó la oposición y un grupo de gobernadores, si fracasasen los vetos presidenciales, el superávit primario del sector público nacional se achicaría en 2025 a 0,87% del PBI, en lugar del 1,6 % comprometido, mientras que para 2026 el resultado primario se recortaría a sólo 0,49 % del PBI, que compara con una meta de 2,2 puntos. Por más que la recaudación tributaria viene aumentando este año, su velocidad no alcanzaría a compensar la expansión del gasto. Según mediciones del IARAF, la recaudación tributaria nacional acumulada en los primeros siete meses del año, habría aumentado un 2% real interanual. Pero el gasto nacional en jubilaciones y pensiones (con bono) en el primer semestre de este año creció un 17% real respecto al primer semestre de 2024, siendo la caída real del gasto en subsidios a la energía y en programas sociales clave para compensar la suba.  “Se está dando un cambio de importancia relativa del gasto en jubilaciones en relación a 2024: al final del primer semestre de 2024, participaba con el 42% del gasto primario y llegó al 47,3% al final de este semestre”, explica. La tendencia que se viene formando obedece a las distintas las velocidades de aumento del gasto real en jubilaciones y del gasto primario real: 17% real contra 4,6% real sólo en el primer semestre.

Escenario postelectoral. La mirada no sólo se posa en el sofocón de julio y agosto sino en el escenario probable luego de las elecciones del 27 de octubre. Vasconcelos sostiene que para ese momento será clave lograr un equilibrio dólar/tasas por el que la tasa real de interés pase a un nivel de un dígito anual, para lo que se requiere haber minimizado las expectativas de devaluación y reducido la prima de riesgo país. Por su parte, Vacalebre ve en el sistema de bandas cambiarias una solución intermedia pero que no es definitiva por sus propias limitaciones. “Me parece que después vendrá otro esquema que permita en algún momento quitar el cepo corporativo, ya que las personas humanas podemos comprar, pero continúa la restricción para lo que es el sector empresas”, señala.

Los optimistas ven en la creciente participación de la energía y la minería en las exportaciones y la paulatina quita de presión impositiva al campo el sustento para proyectar mayo afluencia de divisas. Pero hay que llegar a esa instancia y convertir la incertidumbre en algo pasajero. Nuevamente, el dólar se convierte en protagonista. Su quietud, finalmente, fue sólo una larga siesta.

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