“La caída en las ventas es lo que está conteniendo una inflación mayor. Todos los actores de la cadena están resignando márgenes, no solo en comestibles, sino también en verduras y carne”, afirmó Simons, en referencia a un índice inflacionario que se mantiene por encima del 2% mensual.
El empresario advirtió que, en términos de consumo, “aún no logramos alcanzar los niveles de septiembre u octubre de 2023”. Para graficar las presiones inflacionarias latentes, recordó que “en los últimos cuatro meses, el ganado en pie aumentó un 12%, pero el precio de la carne al público solo subió un 4%. Esa es inflación reprimida que en algún momento va a emerger”.
Simons también se refirió al impacto futuro de otros componentes de la estructura de costos: “Tarde o temprano se sentirán los aumentos en los servicios y en los salarios, que si bien no son como los de antes, mantienen activa la rueda inflacionaria”.
Respecto al presente, señaló que el sector “todavía no puede superar el mal año que fue 2024. Mes a mes, si bien hubo una leve mejora, seguimos por debajo de los niveles del año pasado”. Y remarcó: “No quiero ser exagerado, pero la caída del consumo es casi dramática. Sostener la rentabilidad de una pyme en este contexto es muy difícil”.
Finalmente, el supermercadista describió el cambio en el comportamiento de los compradores: “Hoy la gente ya no elige por marca, sino que mira directamente el precio y lleva lo más barato”.
