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En medio de los paros, el Gobierno denunció al gremio de controladores aéreos: cuál es el motivo y cómo siguió hoy la medida de fuerza

El Gobierno presentó una denuncia contra la Asociación Técnicos y Empleados de Protección y Seguridad a la Aeronavegación (ATEPSA), en medio del cronograma de paros que desde este miércoles vienen realizando los controladores aéreos y que generan demoras y cancelaciones en la previa a las fiestas. La presentación no fue contra las medidas de fuerza en sí, sino por el riesgo operativo que se generó durante la protesta.

Los paros continuaron este jueves de 16 a 19, cuando se paralizaron durante tres horas el despegue de vuelos nacionales. Según estimaciones oficiales, la protesta del miércoles afectó a unos 26 mil pasajeros de Aerolíneas Argentinas, Flybondi y Jetsmart.

Durante el segundo día de medida de fuerza, los pasajeros afectados de esas mismas aerolíneas rondó los 21.500.

Por su parte, la Empresa Argentina de Navegación Aérea (EANA) presentó la denuncia ante el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal Nº 3, a cargo Daniel Rafecas, según confirmaron fuentes oficiales a Clarín.

La compañía realizó la presentación por la colocación de carteles y banderas de gran porte en las estructuras externas de las torres de control del Aeroparque Jorge Newbery y el Aeropuerto Internacional de Ezeiza, entre otras terminales del país, en el marco de la protesta.

Las banderas fueron colgadas en las torres de control durante la protesta de Atepsa.

La EANA argumenta que esto atentó contra la seguridad de las operaciones aéreas, debido a que un eventual desprendimiento que afecte a los aviones y ponga en riesgo los vuelos, además de la integridad de los equipos.

«La colocación de dicha bandera en las torres citadas, no sólo obstaculiza la normal labor sino también, el peligro que ello puede ocasionar a terceros en el caso de que dicha bandera se desprenda del lugar de colocación, poniendo en inminente riesgo la seguridad operacional y/o la seguridad de otros operadores que brindan servicios, toda vez que si el elemento flameante se desprende y es absorbido por una turbina de una avión, podría generar un daño de gran envergadura estando en riesgo un bien jurídico tutelado contra la vida de los pasajeros y su tripulación, como así también, los daños materiales que ello podrían traer aparejado», detalla la presentación judicial.

La imagen que muestra cómo estaba sostenida una de las banderas denunciadas.

El miércoles, el gremio de los controladores realizó la primera medida de fuerza desde las 8 y hasta la 11, y afectó los despegues de vuelos con destino nacional en todos los aeropuertos del país.

ATEPSA ratificó un cronograma de paros que se extenderán entre dos y tres horas y que provocarán, como ocurrió en agosto, cancelaciones y reprogramaciones en una fecha de alta demanda.

La ubicación de una bandera en una torre de control.

El reclamo es por un incremento salarial que, aseguran, no tuvo respuesta por parte del Gobierno, y confirmó que «a partir del 17 de diciembre se comenzarán a afectar los vuelos nacionales de manera progresiva hasta llegar a la afectación de los vuelos internacionales».

Pantallas en rojo, valijas en el piso y a esperar

Todos se acercan a mirar la pantalla. Los ojos recorren fila por fila hasta encontrar su vuelo y comprobar si aparece alguna de las palabras temidas: “demorado” o “cancelado”. En medio del salón, algunos murmuran por lo bajo, como señal de bronca y cansancio por la larga espera, y se alejan arrastrando la valija en busca de un sillón libre, un enchufe para cargar el celular o, simplemente, un espacio en el piso donde esperar.

El paro de controladores aéreos ya afectó a más de 47 mil pasajeros entre miércoles y jueves. Foto Juano Tesone.

Cerca de las 16, el clima en el Aeroparque Jorge Newbery es extraño: no hay caos, pero sí una tensa calma. Hay pasajeros enojados, otros cansados y muchos resignados. La mayoría ya sabe que no queda otra opción que esperar. Algunos se enteraron de la demora recién al llegar a la terminal; otros recibieron el aviso de la aerolínea el día anterior, con nuevos horarios y escasa precisión.

En el segundo piso, el movimiento se intensifica. Familias, parejas y grupos de amigos ocupan mesas, sillas y rincones. El piso se convierte en asiento improvisado. Cada diez minutos, alguien se levanta, camina hasta la pantalla y vuelve con la misma información que antes: nada cambió.

Sentado en el suelo, con una hoja apoyada sobre la valija, Armando Polo, estudiante de Arquitectura, dibuja el aeropuerto, mientras espera que confirmen su vuelo. “Voy a Jujuy y tengo una hora de retraso para llegar a mi casa. La medida me da igual, estoy tranquilo. Vuelvo para las fiestas a mi casa y no me queda otra que esperar. Ya no hay nada por hacer”, dice a Clarín sin levantar demasiado la vista del dibujo.

Unos metros más allá, Marisa Córdoba toma mate sentada en el piso junto a su hija, a quien le armó una pequeña sala de juegos improvisada para hacer más llevadera la espera. “Ni me gasto ya, ni me enojo. Teníamos que salir 16.20 y salimos 18.30, viajamos con Aerolíneas. Obvio que molesta porque uno quiere llegar a tiempo, pero también entiendo el descontento de los trabajadores. Tienen derecho a protestar”, afirma, al tiempo que acomoda juguetes y cuadernos.

En los sillones del hall, Andrés (60), Graciela (59) y Ramona (55) miran alternativamente el celular y la pantalla. Su travesía empezó esta mañana en Salta, siguió por Tucumán y ahora los tiene varados en Buenos Aires, esperando un vuelo a Comodoro Rivadavia. “Nuestro vuelo era a las 16 y lo pasaron a las 18, pero no sabemos si sale. Vamos a ver a nuestra hija para las fiestas, así que esperamos”, cuenta Andrés.

También espera Victoria Emili, quien viaja a Bariloche por una situación familiar urgente. “Nos avisaron ayer que el vuelo se atrasaba, de las 16.20 a las 18.15. Por suerte llegué con tiempo. Mientras no se demore mucho más, está bien. La medida me parece excelente, todos tienen derecho a reclamar”, sostiene.

A pocos metros del sector de embarque, Luciano Fernández, de 34 años, mira el reloj y suspira. Viaja a Mendoza por trabajo. “Te cambia todo el día. Tenía reuniones programadas y ahora tengo que reacomodar todo, pero no queda otra. Lo que molesta es la incertidumbre”, dice.

Para Paula, que viaja con su madre a Neuquén con Flybondi, la espera se hace larga. “Nos enteramos ayer de la medida, pero una cosa es saberlo y otra estar acá sentadas sin saber bien a qué hora salimos. Igual trato de mantener la calma”, comenta. Al terminar de hablar vino su sobrina y dijo que la pantalla marcaba “cancelado”. Ambas corrieron a la mesa de informes para saber más.

Mientras tanto, en Aeroparque, las pantallas siguen en rojo. Las valijas permanecen frenadas. Y la espera, inevitable, se vuelve parte del viaje.

Los pasajeros reconocen que no les queda otra que esperar. Foto: Juano Tesone.

Este jueves, el paro de controladores se desarrolló entre las 16 y las 19, aunque en Aeroparque no se extendió más allá de las 18.

Desde Aerolíneas Argentinas aseguraron a Clarín que durante la jornada hubo al menos 61 vuelos con cambio de horario de salida: 48 demoras y 13 adelantamientos, que perjudicaron a 9.063 pasajeros. Pero sin cancelaciones. hasta el cierre de esta nota.

Flybondi detalló que reprogramaron 46 vuelos y cancelaron 4, lo que perjudicó a 8.415 personas que tenían previsto viajar.

En tanto que desde JetSmart informaron que entre miércoles y jueves hubo más de 8.300 pasajeros con cambio en sus horarios de vuelo, y ninguna cancelación.

Cuándo sigue el paro

  • Martes 23 de diciembre: no saldrán vuelos nacionales entre las 19 y las 22. Nuevamente, se hará una excepción en el Aeroparque porteño, donde la protesta se cumplirá solo durante las dos primeras horas.
  • Sábado 27 de diciembre: habrá un paro entre las 14 y las 17 que afectará a los vuelos con destino internacional.
  • Lunes 29 de diciembre: una medida de fuerza entre las 8 y las 11 afectará a todos los despegues, tanto nacionales como internacionales.

Colaboró Candela Toledo.

AA

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