Yanina y José Tolaba son los responsables de la institución; dan clases de apoyo y contienen a los niños con meriendas y juegos. Trabajan todas las áreas posibles a partir de las actividades escolares.
Las donaciones y el acercamiento de los vecinos es importante para ellos, además del amor que tienen por quienes concurren a la biblioteca, que tienen entre 5 y 15 años de edad.
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Las clases de apoyo, de acuerdo a José, son más simples con los niños pequeños, pero el espacio de contención es igual para todos. Si no estuviera la biblioteca, la calle seguiría estando allí, aseguran.
Venden empanadas, pan casero y hacen cualquier otra actividad para recaudar fondos, incluso una feria para los vecinos y residentes de otros barrios que quieran concurrir. No ganan dinero con ello, pero la colaboración que logran hizo que los concurrentes pidieran que se abra los lunes, miércoles y viernes.
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Por ahora, abrirán solo los lunes, pero evaluarán la posibilidad.
50 chicos toman clases de apoyo en el lugar, y las familias colaboran para la merienda. Que concurran personas de otros barrios sirve para ampliar la ayuda que puedan recibir, e incluso pensar en iniciativas como alquilar el lugar para distintas actividades, lo que mejoraría sus ingresos.
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La biblioteca y su comunidad
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